viernes, 11 de marzo de 2011

La tierra reclama

   Devastación, muerte. Cómo saber cuánto de esta virulencia tiene que ver con un ciclo natural de la tierra y cuánto con lo que le hemos hecho. Pero no puedo dejar de pensarlo. Transmito una noticia tras otra de lo que está pasando en Japón. No se sabe cuántas personas perdieron la vida, los días lo dirán. Tampoco se conoce el monto de las pérdidas, ni qué significa para cada uno de los sobrevivientes el haber perdido todo o casi todo.
   La tierra reclama, sin duda, que pensemos. ¿Es necesaria la energía nuclear -que es cara, requiere de uranio (eso significa minería a cielo abierto y contaminación), y su rotura puede significar una consecuencia horrorosa que bien conocen los japoneses-? ¿Se puede cambiar el modelo de consumo para reducir el impacto en el medio ambiente?...
    Un día en Cancún, esa tierra tan devastada por la acción del hombre -que sacó manglares para poner hoteles resort-, un taxista -que se convirtió en taxista porque ya no tenía sentido su vida de campesino- me dijo que el mar reclamaba lo que era suyo. Lo decía porque pese a que trajeron arenas de Cozumel, las playas se siguen achicando, el mar sigue avanzando, como queriendo volver a su lugar de origen.
   Desde entonces me quedó la idea de que la naturaleza, tarde o temprano, reclama lo propio, vuelve a su lugar, nos muestra su fuerza impredecible.
 

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