Si hay algo que los medios de comunicación pueden hacer ante un desastre climatológico es dar información que permita reducir los riesgos antes, durante y después del impacto del fenómeno. Hubo en estos días, desde que las lluvias causaron inundaciones en la capital y la ciudad de La Plata y alrededores, infinidad de observaciones y críticas. Casi todas se centraron en lo no realizado para prevenir correctamente y en las prácticas urbanísticas que empeoraron la capacidad de escurrimiento y absorción de las aguas. Hubo además justificaciones que se ampararon en la virulencia e imprevisibilidad que trae el cambio climático.
No obstante, hay algo que no sucedió. Faltó la autocrítica de los medios ante la ausencia de información preventiva. Por el contrario, se vio un excesivo morbo, con periodistas queriendo indagar sobre el dolor de los afectados y compitiendo por la cantidad de lágrimas que lograban sacar a las víctimas.
Lo que surge como duda ante esta cobertura es si los periodistas no tuvieron acceso a la información adecuada o si directamente se optó por “lo que vende” en vez de ofrecer un aporte a la sociedad. Siempre es complejo hacer estas críticas a la labor de los comunicadores porque los colegas se encuentran muchas veces en condiciones laborales adversas que influyen en el desarrollo de su tarea. Pero hay acciones que no son atribuibles a los medios sino a quien sale a la calle con micrófono en mano. Dos ejemplos claros de esto fueron informarle a una anciana –mientras era filmada, claro- que sus vecinos murieron, lo que desató la inmediata angustia de la mujer, ante la cual no se detuvo; y abrazar a un afectado en cámara y decirle “los queremos mucho”. El maestro del periodismo Ryszard Kapuscinski dijo una vez “los cínicos no sirven para este oficio”.
Ahora que hay una mayor conciencia de que estas cosas pueden pasar, que se reiterarán y que la situación del calentamiento global aporta gravedad, es momento de que los periodistas salgamos a formarnos en este aspecto. Hay especialistas en reducción de riesgos y desastres que están disponibles. Y hay material para consultar en manos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aunque no solamente.
La guía sobre la preparación ante diversos desastres posibles, las respuestas a dar durante el impacto y las acciones de recuperación después del hecho están –sin ser el único- en un manual escrito en 2006 por el periodista Carlos Morales Monzón y del cual participó el PNUD. Esta agencia estuvo presente en un encuentro que se hizo en octubre pasado en Buenos Aires en el que especialistas de toda América Latina y de Naciones Unidas abordaron los avances y las falencias en cuanto a la reducción de riesgos de catástrofes. El problema es que a veces estos intercambios no consiguen espacio en las agendas periodísticas.
Al cuestionar al jefe de gobierno porteño, el arquitecto Rodolfo Livingston hizo referencia a la importancia del pueblo como actor de cambio. “Acá el pueblo tomó el comando en La Plata; y el otro día fui a la Catedral y había montones de cosas… Pero (Mauricio) Macri no sabe contar con el pueblo. No se le ocurre. Esa es la ideología sobre la cual se apoya su política de defensa”. El pueblo es un factor determinante ante estos hechos y el periodismo es parte, debe ser parte activa y no observadora.
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